Un chico caribeño entro a Zoí a buscar su vianda y al ver las galletas en el exhibidor, su expresión fue un poema: “Volvieron las Ga-ye-ti-tas”dijo, remarcando las sílabas en un acento que de tanto que quería ser sureño, parecía una “Y” en vez de una “ll”. Al parecer las había probado el año pasado y se habían dejado de ofrecer, por ninguna razón en particular, y él estaba muy contento de que volvieran.
Me llamó la atención su expresión y me puse a indagar por qué le gustaban tanto , resulta que , según nos contó eran iguales a las que hace su mamá en su tierra , “ es que son distintas” nos dijo , “ porque no son muy duras ni muy blandas y el chocolate es de verdad chocolate” , a nuestro entender, equilibradas.
Compró su buena ración y probó la primera allí mismo, antes del almuerzo , nos dijo que el resto eran para comerlas con el café, porque son “i.de-a-les“, de nuevo remarcaba las sílabas, muy expresivo en sus gestos y con su tono de voz dulzón. Los elaboradores del producto salieron de su rutina para deleitarse en los halagos, el joven insistía en saber si era una receta de su país, o si habían usado chocolate importado.
La verdad es que es una receta “integrada” de la experiencia de Daniela en la cocina de Córdoba y los ingredientes todos muy uruguayos, pero sin dudas algo del Caribe trae porque ella, si bien no cocinaba formalmente en esas latitudes, nació en Venezuela y siempre algo queda…
Este joven se fue muy contento, sin duda las galletitas tocaron una tecla emocional y esa es un poco la idea de Zoí, que la comida sea elaborada pero casera, usar todos los ingredientes orgánicos y naturales que sea posible, aprovechar lo autóctono dándole un toque personal sin alterar el origen y que al probarlos evoquemos gratos recuerdos, vengan de donde vengan.
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