Como casi todas las cosas y costumbres de Medio Oriente , el hummus viene a occidente con una especie de velo mágico y misterioso al mismo tiempo , tímidamente nos vamos acercando, adaptándonos hasta adoptarlo con más o menos frecuencia, según nuestros hábitos , pero la magia y el misterio de sus orígenes , no se pierden con el tiempo.
Da un poco de pudor hablar de “la disputa sobre el origen del hummus” cuando hablamos de pueblos como Palestina, Israel y Líbano , partícipes de intensas y profundas guerras entre sí, pero la realidad es que la pelea ha sido tan fuerte como para generar demandas legales y esfuerzos importantes por establecer legalmente la “paternidad”.
Comencemos por el principio, antes de comprender tan complicada historia, es importante comprender dos cosas: el nombre y la pronunciación. Hummus es una traducción de “garbanzo”, con lo cual el termino adecuado sería “ hummus b` tahini” , o lo que es igual garbanzo con pasta de sésamo. Sin embargo, con los siglos, esta simplificación del nombre es tan aceptada internacionalmente como la ausencia de la segunda “m”. Y, de la misma manera se pronuncia “ jumus” , no humus o umus , como se cree.
Luego, siendo los ingredientes tan milenarios como la historia que los acompaña, parte de la argumentación israelí , es que el humus aparece en la biblia hebrea: en la libro de Ruth hay una frase que reza: "Ven acá, come del pan y moja tu bocado en el hometz". Donde hometz es comúnmente traducido como vinagre , pero también como humus . En la lógica de muchos autores e investigadores, es mucho más razonable que invitara a sumergir su pan en hummus que en vinagre.
Sin embargo, algunos historiadores de alimentos le dan la derecha a Siria, argumentando que al ser servido en un plato de arcilla con borde elevado, era síntoma de una sofisticación característica de Damasco, la ciudad más grande y sofisticada del siglo XVIII.
Y otros se la dan al Líbano, argumentando lo mismo para Beirut , con vigorosa tradición culinaria y abundancia de intereses.
Lo interesante es que esas disputas cobraron auge en el presente siglo, cuando el presidente de la Asociación de Industrias Libanesas, demandó a Israel por infringir las leyes de derechos de autor de alimentos. El gobierno libanés solicitó a la Union Europea que lo reconociera oficialmente como libanés.
En vista de que ninguna de las acciones fueron fructíferas, en 2009 recurrieron a otros métodos: prepararon un plato de humus de 2000 kilos, entrando en el Libro Guinness de los Récords Mundiales.
Israel no se quedó tranquilo y en respuesta sirvió un humus de 4000 kilos en una antena parabólica que tenía un diámetro de 6,5 metros.
En 2010, Líbano hizo el “contraataque” creando un humus de 10.452 kilos, el número de kilómetros cuadrados que tiene el territorio libanés.
Ese record se mantiene en la actualidad, pero ahí no terminó el protagonismo mediático de esta cremita , ya que en 2013 el cineasta australiano Trevor Graham lleva a los festivales su documental “ Make hummus , not war” , “El hummus y los garbanzos son un símbolo de nuestra común humanidad, de nuestra necesidad básica de comer y disfrutar de la vida” (…) Quería que esta película tuviera ese mensaje, que tenemos más cosas en común que las que nos dividen”, es el exquisito resumen que el director dió sobre su documental .
Un poco más tarde, en 2015 el periodista israelí Oren Rosenfeld organizó un nuevo intento de Record Guinnes , con un plato de 15 toneladas , sin embargo Guinness se negó a enviar un adjudicador debido a una advertencia de seguridad. Esto paró la oportunidad de Israel de ostentar ese record , pero no detuvo al cineasta , quien en 2016 estrenó su documental “ Hummus , la película” en el Festival Internacional de Cine de Seattle, en la que plantea 3 historias vinculadas al humus : un cristiano, un musulmán y un judío, obteniendo varios premios para la misma .
Podemos decir que en ZOÍ coincidimos con ambos cineastas, proyectan nuestro sentir en relación a las bondades de esta cremita, no creemos que sea importante quien la inventó, o cuáles son sus variaciones desde entonces, lo que si es cierto es que debería unir, más que separar, ya que contiene los valores enriquecidos de las tres culturas y llega a occidente para seguir sumando.
La nuestra, es una receta israelí que nos entregó un gran colaborador originario de esa cultura , a la que hemos ido sumando gustos y mezclas con toques Zoí, sin perder esa sensación de magia en cada plato.
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